Tucumán no se cuenta, se vive. Y así lo comprobó un grupo de periodistas cordobeses durante una reciente travesía por el norte argentino, en una experiencia que combinó historia, paisajes, sabores y emociones.
Desde el inicio, la provincia desplegó todo su encanto. El recorrido por la ciudad capital incluyó paradas memorables como el Museo de la Industria Azucarera, la Casa Belgraniana y la emblemática Casa Histórica de la Independencia —actualmente en proceso de remodelación—, lugares que permiten comprender la fuerte identidad tucumana y su peso en la historia nacional.
Un toque de originalidad lo dieron los autos antiguos descapotables de Antique Tour Experience, que trasladaron al grupo por las calles del centro con estilo y nostalgia, sumando una experiencia distinta y memorable.
El paisaje cambió radicalmente al tomar rumbo a los Valles Calchaquíes. La sorpresa fue total cuando la nieve, inesperada y generosa, transformó los paisajes en postales invernales pocas veces vistas. Tafí del Valle, con su cartel en el Infiernillo a más de 3.000 metros de altura, se mostró vestido de blanco, algo que no ocurría desde hacía casi tres décadas.
La ruta también llevó al grupo por Famaillá, capital nacional de la empanada; Acheral, tierra de Atahualpa Yupanqui; y a los pies del cerro, la localidad de El Mollar, hasta culminar en una estancia vitivinícola sobre la mítica Ruta 40. Allí, los vinos de altura, las empanadas y el asado pusieron sabor al encuentro con los sabores del norte.
La última jornada trajo cielos despejados y panorámicas impactantes desde el cerro San Javier, verdadero balcón natural de Tucumán, desde donde se despide la ciudad con vistas inolvidables.
Así se vivió Tucumán: con historia, con alma y con momentos que se graban para siempre. Un destino que sorprende, emociona y deja con ganas de volver. Viva La Patria!
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