Apenas separados por el arroyo La Cañada, existieron dos pueblos que conformarían luego el tradicional Barrio Güemes, se trata de Pueblo Nuevo y El Abrojal, muy criollos ambos por cierto.
Los habitantes del Abrojal “abrojaleros”, eran llamados así despectivamente por los vecinos del centro de la aldea, porque siempre solían llevar alguna semilla de abrojo en sus prendas; por otra parte eran particularmente hábiles para el boroneo de la guitarra, el manejo del facón y solían motejar a los del centro como “cajetillas”, es decir, niños bien y amanerados en sus modales.
La franja territorial entre unos y otros estaba situada en Las Cinco Esquinas, o sea, el espacio que todavía existe entre las calles Belgrano, Montevideo y Pasaje Garzón (límite del actual barrio Nueva Córdoba, Güemes y el Centro).
Por un tiempo, a principios del siglo pasado y después de la misa de 11 en la Catedral, los cajetillas, que conocían las técnicas del boxeo, se llegaban hasta la región límite y allí se topaban con los recios abrojaleros en combates a puño limpio; unos con el estilo que había impuesto Jorge Newbery en Buenos Aires y los otros con la bravura del criollo; sin embargo no salían a relucir ni las armas de fuego ni los cuchillos y los entreveros guardaban los códigos y reglas del lugar.
Era frecuente que los practicantes del boxeo impusieran su destreza, produciendo knockouts entre los abrojaleros que no salían del asombro al verse derribados por el suelo. Entonces si, comenzaban a volar las piedras, particularmente las impulsadas con hondas que, con infalible puntería, ponía en fuga a los cajetillas, quienes alegremente se replegaban hacia el almuerzo dominguero.
Por: Dr. Carlos Ighina
Imagen de portada: El Calicanto y La Cañada por Oscar Meyer
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