Desde que se trazó el primer plano de la ciudad en el año 1577, una angosta callejuela sería el transitadero para separar La Catedral del Cabildo. A partir de entonces la historia registró los pasos de los hombres que pisaron aquellos adoquines del histórico Pasaje Santa Catalina: Desde un policía del regimiento en busca de su caballo, algún Obispo o fieles después de misa y hasta un cineasta extranjero montando una toma (En 1950 se rodó el film “El Camino del Gaucho”)… miles de pasos… miles de historias.
Y desde hace muy poco, también se registraron las huellas de casi 2000 jóvenes cordobeses con voces que la dictadura del 70 quiso callar. Ellos no sabían que formarían parte de las páginas más tristes de la historia argentina: “Los desaparecidos”, tampoco que quienes quedaron para contarla trabajarían incansablemente por su memoria y por la de un país entero que dijo: NUNCA MÁS.
Con la ley 9286 “Ley de la Memoria”, se establece la conformación de la Comisión Provincial de la Memoria y la creación del Archivo Provincial de la Memoria, con emplazamiento para las dos instituciones en el ex edificio del Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba, llamado “EL D2”, concretamente ubicadas en las viejas casonas del pasaje Santa Catalina, entre la Catedral y el Cabildo histórico.
La Comisión Provincial de la Memoria tiene como principal objetivo decidir y garantizar todas las actividades tendientes a ejecutar, asesorar y velar por el cumplimiento de la ley de la memoria y el archivo Provincial de la Memoria se enmarca dentro de las normativas generales que el consejo Internacional de Archivos estableció para los documentos provenientes de sistemas represivos.
El D 2 no era un centro clandestino de detención permanente, sino el lugar de llegada de los detenidos que estaban en tránsito hacia La Perla o la Penitenciaría del Barrio San Martín, era un centro de operaciones de la dictadura en el que se desempeñaban los grupos de tareas de inteligencia policial en permanente contacto con la inteligencia del Ejército argentino.
Hoy, las mismas paredes que fueron testigo de las más aberrantes violaciones a los derechos humanos, se han convertido en espacios que llevan a reconstruir el pasado y sus memorias, como las mismas celdas, calabozos, pasillos o la sala “Vidas para ser contadas”, donde una exposición permanente reconstruye las historias de vida de los desaparecidos, a través de aportes de amigos, familiares o vecinos quienes cedieron objetos que permiten recordarlos.