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Si bien visitar la manzana jesuítica forma parte de “los imperdibles” de la ciudad de Córdoba, le aconsejamos prestar atención también al entorno y calles que la circundan. Ellas hablan del pasado y guardan en sus veredas y muros testimonios demuchos siglos. Tal es el caso de la calle Caseros que, desde Independencia hasta Vélez Sarsfield, fue testigo tanto del paso de los primeros alumnos del Colegio Máximo, como de aquellos universitarios que protagonizaron la reforma de 1918.
Afines del siglo XIX se abrió paso el “Tranvía Argentino”, un tranvía a caballo que venia por la actual San Jerónimo y luego de tomar Entre Ríos – Caseros doblaba en la esquina de La Iglesia de la Compañía de Jesús con rumbo norte.
Por otro lado, las Hermanas del Convento de las Carmelitas Descalzas de San José fueron adquiriendo de a poco las casitas ubicadas en la vereda norte para rentarlas. A medida que pasaron los años entraron en un franco deterioro, detenido recién en el año 2000 gracias a un importante proyecto que logró recuperar y unificar arquitectónicamente la cuadra.
Así nació un nuevo espacio abierto de compras el “Paseo de Compras Caseros”. Priorizando la conservación, se procedió a la peatonalización del sector y luego se trabajó en la puesta en valor del tramo. En esa instancia se descubrió, bajo tierra, testimonios de la primera instalación de aguas corrientes de la ciudad (fines del siglo XVIII). El innovador sistema partía desde un estanque ubicado en el actual Paseo Sobremonte: el agua corría entubada hacia el centro por una acequia de piso y paredes laterales de ladrillos con tapa de laja; cada 80 metros se construían cajas de inspección y decantación (dos a diferente altura) para verificar cómo fluía el líquido.
Lo cierto es que hoy esas valiosas perlas del pasado forman parte de la prolija decoración de un negocio de indumentaria conceptualizada con el Polo; se trata de “La Martina” que las
muestra en su salón de ventas, através de gruesos cristales iluminados.
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